Síntomas no motores del Párkinson

El párkinson es una enfermedad del sistema nervioso que afecta a las estructuras encargadas del movimiento; por este motivo, la mayoría de los síntomas se presentan de manera visible, como es el caso del temblor.

 

Asimismo, puede haber síntomas no motores ni visibles, como trastornos del sueño, depresión, pérdida de olfato, estreñimiento, dificultades en el habla y al tragar e incluso como dolores de zonas del brazo que se asocian generalmente con causas traumatológicas.

Algunos pacientes pueden confundir objetos o personas con otras cosas o tener la sensación de que algo pasa por su lado sin poder identificar quién es o en qué consiste.

Cuando el proceso avanza, aparecen auténticas alucinaciones visuales, de manera que el enfermo ve cosas inexistentes, como lo son luces, colores o formas geométricas. Al principio, las alucinaciones son pasajeras, aunque repetitivas; sin embargo, con el paso del tiempo se hacen más persistentes y el enfermo puede no tener conciencia de su irrealidad.

Cuando estos síntomas aparecen es necesario determinar si hay una alteración cognitiva y cuál es su grado. En el caso de que se trate de una demencia, hay que añadir el tratamiento correspondiente a este nuevo problema para mejorar estos síntomas; no obstante, estos medicamentos pueden empeorar los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson, de forma que es necesario elegir aquellos especialmente indicados y darlos con la menor dosis posible para resolver la situación.

 

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Investigación sugiere que el Párkinson podría nacer en el intestino

Una investigación sugiere que el Parkinson se origina en el estómago. Científicos se acercaron a la Alfa-sinucleína, una proteína nuclear y sináptica presente en el cerebro de los pacientes con la enfermedad, que normalmente se encuentra en el intestino. Esto les ha permitido descubrir las diferencias entre el comportamiento de las bacterias intestinales en personas diagnosticadas con Párkinson, comparado con personas que no.

 

Una investigación publicada en la revista Neurology, da un paso hacia adelante en esta teoría. En esta se evaluaron los registros médicos de personas a las que les extirparon el nervio vago,  que sirve como una conexión directa entre el cerebro y el intestino. Los resultados arrojaron que las personas que recibieron una vagotomía, procedimiento en el que se remueve todas las conexiones nerviosas entre el cerebro y el intestino, eran menos propensas a desarrollar Párkinson en un periodo de 5 años. Por el contrario, a quienes no les extirparon todas las conexiones vagas (recibieron una vagotomía selectiva) no se les alteró en ninguna medida el riesgo a desarrollar la enfermedad en el mismo periodo de tiempo.

Estos estudios acercan mucho más a los científicos a la idea de que esta enfermedad empieza en el intestino. Aun no son pruebas concluyentes, pero puede ser que la proteína Alfa-sinucleina malformada se dirija al cerebro a través de los nervios vagos y eso potencie el Párkinson. De ser así, una vagotomía podría llegar a ser un tratamiento para la enfermedad, pero aún falta realizar muchas pruebas e investigaciones para llegar a probarlo. Esto, en ninguna medida, sugiere que los pacientes de Párkinson deben pensar en esta cirugía como una alternativa.

En la investigación concluyen que aún falta un desarrollo mucho más profundo para la comprensión de la enfermedad y sus causas para llegar a demostrar la teoría. Sin embargo, estos hallazgos nos acercan a dar mejores respuestas acerca del Párkinson y lo que la desarrolla.

 

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Fuente: Vagotomy and Parkinson disease, revista Neurology.


Desórdenes del sueño indicarían futuras enfermedades cerebrales

Una nueva investigación se basó en identificar las relaciones entre el sueño y las enfermedades neurodegenerativas, entre las que se encuentra el Párkinson. El Doctor John Peever de la Universidad de Toronto, explicó cómo su equipo encontró que el movimiento rápido de los ojos (conocidos como REM) cuando se duerme, puede ser un indicador de futuras enfermedades neurológicas.

 

Esta nueva investigación se enfocó en analizar neuronas específicas en el cerebro que se activan durante el sueño REM. Al lograr esto, identificaron una relación entre el malfuncionamiento de esta células con el  riesgo neurodegenerativo de las personas en el futuro. Las personas cuyas neuronas no se activan bien durante el sueño, no presentan parálisis en sus extremidades, una de las características del REM.

“Encontramos que 80% de las personas que sufren de desórdenes en el  REM eventualmente desarrollan patologías neuronales, como el Párkinson”, dice el doctor Peever en el documento publicado en la Asociación Americana del Sueño. Aun, por supuesto, falta mucha investigación por delante para probar esta idea, pero “los diagnósticos de REM podrían ayudarnos a ofrecer acciones preventivas a los pacientes para mantenerlos saludables mucho antes de que desarrollen su enfermedad”.

 

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Fuentes:

http://www.iflscience.com/health-and-medicine/dream-disorders-could-be-early-indicator-of-future-brain-disease/

https://sleepfoundation.org/sleep-disorders-problems/rem-behavior-disorder


¿Cómo se relacionan el Parkinson y el riesgo de ACV?

Varias enfermedades pueden estar correlacionadas debido a cómo afectan ciertas regiones del cuerpo. Entre ellas, parece que hay una relación entre los pacientes con Parkinson que han sufrido un ACV antes o después de haber sido diagnosticada la enfermedad. La pregunta de estos estudios sigue abierta en si es el Parkinson el que puede aumentar el riesgo de presentar un ictus, o si un ictus es el que puede producir condiciones de Parkinson a futuro.

En cualquier caso, es importante el análisis de estos estudios y entender las recomendaciones que nos permiten prevenir el desarrollo de las enfermedades como el Parkinson. También es importante aprender a identificar los síntomas del ACV y cómo podemos ayudar a un paciente que parece presentar estos síntomas para evitar secuelas.

Mirando la relación

En 2017 se realizaron unos estudios buscando el vínculo entre el ACV y la enfermedad de Parkinson. Para el estudio se realizó una investigación de seguimiento a más de 1.5 millones de historiales de pacientes entre el 2008 y el 2014. Sin embargo, estos estudios no han podido determinar si es la enfermedad la que aumente ser propenso a un ictus, o si es éste segundo el que desarrolla la posibilidad de desarrollar Parkinson en el futuro.

Los estudios presentaron una relación bilateral en los resultados, aunque con un porcentaje muy bajo. El estudio mostró que tan solo alrededor del 2% de los pacientes que ya habían sido diagnosticados con Parkinson presentaron una incidencia de ACV. Así mismo, quienes presentaron una incidencia de ictus y luego desarrollaron síntomas y diagnóstico de Parkinson tan solo llegaban al 1%.

Una de las hipótesis que se tienen sobre la correlación de estas condiciones es que es el Parkinson el que puede desarrollar en el cuerpo ser propenso a un ACV de tipo isquémico, aquellos producidos cuando se forman coágulos en la sangre y bloquean el flujo de sangre hacia el cerebro. Esto no solo puede tener secuelas en el desarrollo de más enfermedades, sino que pueden aumentar la fuerza de los síntomas de la enfermedad.

Sin embargo, visto desde la segunda perspectiva, un ACV puede generar un deterioro en el cerebro, lo que lleva a la producción de trastornos neurodegenerativos que producen enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer. Los estudios han demostrado que ciertas regiones del cuerpo pueden ser afectadas tras un ACV no tratado a tiempo, produciendo dolores crónicos u otros síntomas físicos.

Los estudios realizados de manera más reciente muestran que esta relación es muy estrecha. Los pacientes con la enfermedad de Parkinson tienen un aumento en el índice de riesgo de presentar un ACV y desarrollar síntomas post-ictus que deterioran el cuerpo. Por este motivo es importante tener un control del proceso y reaccionar a tiempo ante cualquier indicio de los síntomas de ambas condiciones.

Previniendo la enfermedad
El doctor Ajay Misra, jefe de neurociencia en el Hospital de la Universidad de Winthrop en Mineola, analiza el resultado viendo la relación entre ambas enfermedades y lo primero que hace es enfatizar que los pacientes cambien ciertos hábitos para prevenir y reducir el riesgo de ACV y las enfermedades neurológicas. Entre estas recomendaciones se encuentra el no fumar, no consumir alcohol en exceso, tener una rutina de ejercicio regular, prevenir la diabetes con una dieta que además ayude al control de peso e hipertensión.

Así mismo, el tratamiento de un ACV es de suma importancia y debe ser tratado en no más de cuatro horas para poder prevenir secuelas sobre el cuerpo. Es importante aprender a identificar y reaccionar rápidamente a los síntomas de un ictus para llevar al paciente a un centro especializado donde pueda ser tratado. En la página Héroe ACV hay un curso gratuito con toda la información para ayudarnos a identificar los síntomas, entender más sobre cómo se presenta esta condición, información de centros de atención y demás recursos para prevenir problemas graves a futuro.

Es importante que tengamos control sobre los cambios en nuestro cuerpo y que sigamos las indicaciones de nuestros médicos especialistas para prevenir y reducir los riesgos o el crecimiento de estas condiciones. Estar alertas e identificar los síntomas nos ayudarán a reaccionar y comenzar un buen tratamiento de manera pronta. Así que estemos siempre al tanto para poder retomar el control.